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Los cánones de belleza y la IA


La belleza ha sido un concepto fluido a lo largo de la historia, moldeado por factores culturales, económicos y tecnológicos. En la antigua China, los pies pequeños eran un símbolo de belleza y estatus. Durante el Renacimiento, las formas más voluptuosas de mujeres, como las pintadas por Rubens, eran el paradigma de la perfección femenina. Ejemplos que nos muestran que la belleza no es un concepto estático, sino uno que evoluciona con el tiempo, la cultura y el lugar.


La llegada de la inteligencia artificial está comenzando a redefinir nuestra percepción de la belleza de maneras profundas y, en ocasiones, preocupantes. La capacidad de generar imágenes y videos hiperrealistas añade una nueva y compleja capa a esta ecuación. Según estudios recientes, el 90 % del contenido que consumimos podría ser generado por IA para 2025.


La IA generativa tiende a amplificar aún más los ideales de belleza irreales. Los algoritmos se entrenan con vastos conjuntos de datos que reflejan los sesgos y estereotipos existentes en la sociedad. Así, las imágenes generadas promueven estas nociones estrechas de belleza, creando representaciones homogéneas que no incluyen la diversidad real de cuerpos y apariencias humanas. Un análisis de la representación de géneros en imágenes generadas por IA revela, por ejemplo, que las mujeres están mucho más representadas que los hombres, con un énfasis en rasgos como la piel clara, cuerpos delgados y simetría facial, perpetuando estereotipos de belleza poco realistas.


El peligro aquí es claro: si permitimos que la IA siga moldeando nuestros estándares de belleza sin una intervención crítica, podríamos profundizar aún más los problemas de autoestima y salud mental que ya enfrentamos. Estudios indican que incluso cuando las mujeres saben que las imágenes son falsas, una de cada tres sigue sintiendo presión para alterar su apariencia.

Es crucial que no permitamos que la tecnología dicte nuestros estándares de belleza sin cuestionarlos. La inteligencia artificial tiene el poder de perpetuar estereotipos dañinos, pero también puede ser una herramienta para el cambio positivo si se usa correctamente.


Como comunicadores, influenciadores reales y activos en la sociedad, tenemos una responsabilidad inmensa que a la vez es nuestro deber. Tenemos que hacer nuestro trabajo: promover una belleza inclusiva y diversa, no solo para cumplir con ciertos requisitos morales, sino porque esa es la forma en que verdaderamente vamos a conectar con las personas.

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